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“Si puedes soñarlo, puedes crearlo”; “El cielo es el límite”; o “El éxito o el fracaso dependen de ti” son algunas de las frases con las que mis maestros decoraban los salones de mi primaria. En los 90s, la motivación infantil olía a fomy y pegamento blanco; era un mundo pre-9/11, recubierto de rojo 40, con alto contenido de plomo en los dulces y que, a veces, en su añoranza por ese nuevo milenio que pronto llegaría y en el que todo estaría mejor, se desconectaba por completo del presente en el que estaba.

 

Si el plomo envenenó la mente de nuestros abuelos y la leche radioactiva de la CONASUPO la de nuestros padres, a nosotros nos arruinó el coco “la meritocracia”. Esa pinche idea de que (como decía en fomy mi maestra Rosita) “El éxito o el fracaso dependen de ti” pasó a chingarnos bien y bonito. Este cuento fantástico de que si trabajas duro, día a día con una meta fija, al final invariablemente conseguirás el premio que te habías propuesto. Que la vida era una película y que si te apegabas al guion de chambear, al final el mundo se abriría como una mandarina llenándote de fama, éxito y fortuna.

 

Y a lo mejor este pedo funcionaría si hubiera igualdad de condiciones para todes; de verdad que estaría chingón. Pero, con todo respeto, maestra Rosita: Chingue a su madre. Porque el éxito o el fracaso no dependen de mí. El piso no está parejo y dos pasos míos serán 50 para otre, y un único paso de un señor “de esos que me siguen diciendo ‘que ¿qué voy a saber yo de rock, chamaca pendeja?’ aunque esté en mis 30s”, serán 3000 míos. A veces no importa cuántos chingadazos eches al aire, al final no pasa nada. Si no me creen, pregúntenle a Tina Bell.

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Escrito por: Jennifer García
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¿Quién fue Tina Bell? Nacida en Seattle durante 1958 y ahora apodada como “La Madrina del Grunge”, Tina fue una frontwoman, una mujer negra que capitaneaba una banda en medio de una escena principalmente masculina y blanca, y quien, junto con su banda “Bam Bam”, fueron precursores del sonido que después se calificaría como “Grunge”. Sin embargo, no se han vuelto más que una notita al pie de página de los libros más especializados en el género.

 

Ahí afuera es contada la información que hay sobre el proyecto, pero lo que sí se puede saber con una sola oída es que la música de Bam Bam es punk, es rock, es espesa y lodosa como los baños del Alicia; es el grito de una morra en tu cara y con un sonido que claramente era una semilla para el grunge. La alineación originalmente se componía de Tina (una cajera de supermercado) en la voz, junto con su esposo Tommy Martin (un chofer de autobús) en la guitarra, Scotty “Buttocks” Ledgerwood en el bajo y Matt Cameron en la batería, ambos llegados mediante un anuncio clasificado en un periódico local.

 

Bam Bam era un proyecto que “le chingaba”, empezaron a tocar en 1983, varios años antes que tus favoritos. La primera vez que los Melvins tocaron en Seattle, Bam Bam era la banda headliner. ¡Incluso el “Kurco” fue su roadie en un par de fechas para Tina y su banda! En 1984 se vuelven la primera banda de Seattle en grabar en el mítico estudio “Reciprocal Recording” de la mano de Jack Endino, quien los recuerda como: “Una de las piezas principales influencias, aunque tristemente poco mencionada, de lo que después se le conocería como ‘El Sonido de Seattle’”.

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En teoría, Bam Bam lo tenía todo para lograrlo: un sonido fresco, músicos cabrones, una vocalista con una presencia escénica que te cagas, letras que hablaban de temas sociales importantes; habían trabajado con uno de los productores que ayudaría a definir la estética del grunge, se encontraban en el punto geográfico exacto donde se estaba gestando este nuevo movimiento musical. Entonces, ¿qué pasó?.

 

Así como es difícil trazar el éxito de algo a una sola raíz, se podría decir lo mismo del fracaso. No hay una respuesta única por qué no hay playeras de Bam Bam en Forever 21, pero hay varios factores que sí se pueden señalar. Siendo el más violento de estos, la recepción que una parte del público tenía hacia Tina. Hubo instancias donde los gritos de insultos raciales provenientes de la audiencia eran tantos, que Bell tuvo que usar el micrófono como un mangual para partir madres a cabrones culeros. Tina no cabía en la percepción “correcta” de una persona que hacía rock y mucho menos de alguien que ayudaría a formar un género como el grunge.

Bam Bam, lejos de entrar en algún compilado que catapultara su carrera como el "Deep Six", se perdió prácticamente en el olvido. Tina los deja en 1990 y muere en 2012 de una cirrosis hepática. Es hasta 2019 que Scotty logra publicar "Freefall From Space", un álbum compilatorio de prácticamente todo lo que existe de Bam Bam, donde se puede apreciar ese sonido precursor que crecería hasta terminar en ese ser de franela y depresión que conocemos hoy.

 

Tina Bell y Bam Bam no la pegaron en su momento, sin importar cuánto le chingaron, al final no pasó nada; fueron relegados de la memoria y la historia de la música.

 

La raza de hoy en día ya no se cree el cuento de la meritocracia; ya el “sé lo que quieras ser” de Barbie ya no se vende. Porque la gente ya sabe que no es así, y estar conscientes de eso ha ayudado a que se esté buscando, poquito a poquito, emparejar el suelo; que haya iniciativas para poner a las morras y minorías en puntos focales, para justamente evitar que se pasen de largo.

 

Le fallamos a Tina al no reconocer lo que hizo por tantos años, pero el que nosotros hubiéramos estado conscientes o no, no cambia la realidad de su obra; no cambia el hecho de que ella y Bam Bam realmente influenciaron a tus favoritos; no cambia el hecho de que Tina Bell es “la primera dama del grunge”.

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Ruido De Otros Días

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