





Escrito por: Jennifer García
“¿Cuándo te operamos?” fue lo primero que me dijo el médico a penas empezó a hacerme el ultrasonido. “¿Qué? ¿Cómo?” pensé “si yo nada más vengo por que me duele la espalda, no mame”
En 2021 me llevé uno de los sustos más culeros de mi vida, cuando un hijo de puta que me vió cara de banco me dijo que necesitaba una cirugía INMEDIATA por una serie de posibles tumores en mi cuerpo. Jamás había llorado con tanta fuerza, con tanta rabia y con tanto miedo. Fue el inicio de un breve pero verdaderamente espantoso momento en mi existencia donde pensé que el final estaba cerca y que iba a colgar los tenis.
Fue una situación dlv que no le deseo a nadie, pero de entre ese mar de mierda pude sacar algo, saber mi verdadera respuesta a la pregunta ¿Qué harías hoy si supieras que te vas a morir?
"Donuts" (2006), creado por James Dewitt Yancey a.k.a Jay Dee, Dilla Dawg o J Dilla, es un álbum que es mitad pieza de museo, mitad mito. La parte de museo es bastante literal, innovó en tantos aspectos sonoros que el principal juguete utilizado en su composición, un MPC 3000, está expuesto en el Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana del Smithsoniano. La parte del mito es pensar que este disco existe como una única respuesta de Dilla ante la muerte. Un artista en ascenso que ante una enfermedad mortal decide que crear es su máxima prioridad.
Como todos los mitos, la historia de cómo se produjo "Donuts" está cubierta con un glaseado de exageraciones pero con un centro cremosito de hechos. Jay Dee padecía, Lupus y Púrpura trombocitopénica trombótica y murió tan solo tres días después del lanzamiento del álbum a la edad de 32 años. Estas condiciones dan pie a un dramón, el buen Dilla Dawg, aislado en un cuarto de hospital, su única compañía un MPC, componiendo día y noche desde su lecho de muerte lo que sería su último material.
Esta historia se vuelve inspiradora porque parece ser una lección sobre cómo se debe vivir el arte, escogiendo “la pasión” (ewww) por encima de cualquier otra cosa. Pero lo que en verdad pasó es menos un "guión de estudiante de cine que quiere mostrar EL TORMENTO del artista" y mucho más "Tu músico favorito es sólo un humano". Aunque esto no lo hace menos triste. Dilla se estaba muriendo, soportando dolores terribles y probablemente contemplando un viaje existencial de miedo. Pero no se aisló, y este disco no fue su único foco en sus últimos días.
"Donuts" no es un gran disco porque esté hecho puramente de sufrimiento; es un gran disco porque está hecho de vida.
El vato tenía una existencia muy rica; su último disco no se creó únicamente en la cama del hospital, sino en su casa, en pequeños momentos en los que se sentía mejor. No se hizo solo con un MPC porque él siempre estaba experimentando y buscando cómo llevar las cosas al siguiente nivel. En sus últimos días, no pensó únicamente en su obra. Tenía un chingo de compas, dos hijas, una madre súper amorosa y un hermano menor con quienes seguro quería reírse, llorar, hablar, jugar y cotorrear antes de irse.
Todo eso no sabe tan rico en un mito, suena más cabrón escribir:
“¿Qué hizo J Dilla ante la muerte?” y contestar “Un pinche discazo” que la respuesta más real:
“Pues seguir viviendo”
Con su MPC y algunos otros fierros varios Jay Dee afinó su sello personal: beats compuestos por baterías no cuantizadas, que parecen tocadas por un niño de tres años en estado de ebriedad y que dieron origen al término “Dilla Time”, y tracks hechos con tantos retazos como el piso de una pollería o la entrada de un “Telas Parisina” pero que juntos componen más que música, un mood. Es un disco que se siente como un viaje en coche durante una noche calurosa, vidrios abajo, un refresco helado en el portavasos escuchando destellos de transmisiones en un radio AM medio descompuesto que salta de señal en señal. Es un disco que sabe a estar vivo.
En cuanto a mí y mi mortalidad les informo con mucho gusto que solo fui víctima de un culero más de los que abundan en el mundo; yo no tenía realmente nada serio. Fui con otro doctor (quien no podía creer lo que me había pasado), me volvió a revisar, me dio unas pastillas y aquí andamos como no.
Pero nunca voy a olvidar lo que hice cuando pensé que todo estaba perdido. No fui a viajar por el mundo, no me encerré a escribir un libro ni busqué a Dios. Cuando sentí que estaba en los últimos minutos de mi partido en la tierra, solo quise tres cosas: Ver a mi mejor amiga, jugar con mi gata, y escuchar a J Dilla.
























