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Historia de Portada:

IDLES: ESTÁNGK MAL

El  ingeniero de The Smile les dijo en un festival que Nigel Godrich quería trabajar con ellos. Era mentira. Aún así acabaron juntos tomando té y comiendo galletas en el estudio mientras grababan TANGK. 

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Febrero 12, 2024

Escrito por Fran Carrera

Fotos de Daniel Topete, Tom Haam y Andrea Gonar

(Esto no es el manual del emprendedor). 

 

No metas todas las canicas en la misma canasta. O eso dice mi papá. Todo pendejo, es justo lo que hice. Y no, al mismo tiempo. ¿Cuántas cosas habrán sucedido entre estas ‘n’ paredes desde que llegamos? Sólo nos falta vender mota o crecer plantas en la terraza. La ahora extinta galería antes fue un estudio clandestino de tatuajes (y pronto será otra cosa). El slogan de ‘clandestino’ nos costó un dineral, no precisamente en agencias de publicidad, y el estudio acabó cerrado por falta de chamba pero tuvo clientes distinguidos. El más: un wey llamado Joe Talbot. 

 

No siempre quisimos ser tan arriesgados. De donde vengo la gente todavía se casa bajo el manto de la sumisión y se quedan viendo a personas del mismo sexo que se besan. (No, no vengo del pasado. O bueno, sí). El pelo de colores incomoda pero se tolera. Si un hombre se pone un vestido de flores, aún con la guitarra colgada, es un marica. Tatuajes, depende. ¿En el cuello? Muy naco. El otro día comprobé una teoría que tenía desde hace tiempo: siempre que te subes a un Uber en provincia suena una balada romántica circa 2010. Es un gran título para una playlist: Baladas de Provincia. 

 

La cabeza tiene algún cajón en el que guarda información que casi podría desechar pero que por algún motivo se queda ahí congelada. Cuando la sopa de murciélago dejó de ser un rumor y un wey se convirtió en bufón del internet luego de ir al Vive Latino con un letrero que decía “nos la pela el coronavirus”, faltaban semanas para que IDLES viniera por primera vez. Los boletos costaban seiscientos sesenta varos. No, no es el Y2K: es el PTSD. Dos años y tres inyecciones después ya no eran una ‘bandita hot de post punk’ pero eso a House of Vans se la pela. Fué una masacre: nos trataron de la verga, sonó de la verga y no vendían chelas. Dos días después me compré otros Adidas. 

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Por suerte no vinieron desde tan lejos para una sesión fotográfica de zapatos. Tampoco vinieron a tatuarse. Fuimos a verlos al Pabellón pero de lejitos porque delante parecía un matadero. La distancia nos costó otro “sonó de la verga”. Los que estaban de la consola para allá dicen que ahí sonaba cabrón. Una injusticia para la banda: los últimos culpables. La rueda de prensa estaba programada en un museo que luego canceló y, un par de días antes alguien me preguntó: “¿Podemos hacerlo en La Bestia?”. No mames. Obvio no. 

 

En esos días casualmente teníamos en venta unos juguetes de Beavis & Butthead. El de Beavis era una figura en modo Cornholio. Después de pararse a cantar “My Way” de Frank Sinatra a media rueda de prensa, Joe bajó al restirador y se quitó la camisa. Tiene un Cornholio tatuado en la barriga. Saqué el muñeco del exhibidor y se lo dí. “Gracias. Lo pondré en mi coche. ¿Cuánto es?” me dijo. Le dije que era un regalo de parte del crew, con una condición: tenía que enviarme una foto de Cornholio parado en el tablero de su auto. “Hecho”. No mandó ni madres. Le hicimos una Polaroid a Joe y Bowen que luego nos firmaron. Después, Joe dijo: “Ven, ahora una contigo”. Alguien nos tomó esa foto. Joe se la metió en la bolsa.

Nos reencontramos con Bowen en noviembre de ese año, en el Corona, un par de horas antes de que recibieran el calor de los fans de Miley Cyrus. Iba vestido con un traje azul, muy elegante, con unas flores bordadas. Juraría que lo compró en Michoacán o en algún pueblo mágico a la mitad de la nada. “Lo compré en Australia” dijo. Habían pasado unos meses apenas pero recordaba bien nuestras caras y hasta dijo que éramos muy guapos. Estuvimos juntos 5 minutos pero se sintieron como 5 horas y de un momento a otro ya no era Mark Bowen sino Jorge Campos. 

 

Esta semana sale TANGK y eso sólo significa una cosa: IDLES vuelve a La Bestia Radio. Entramos al zoom, todo listo en cabina. Bowen no aparece. Después de 37 minutos alguien nos explica que Bowen no vendrá porque los niños no se han dormido. “Dice que lo siente”. No hay pedo. Al segundo intento se logra y aparece la cara de Bowen en la pantalla.

 

Bowen: Perdón que no me conecté la semana pasada weyes, fue un caos con los niños. Estoy bien, estoy cansado, son las 10 de la noche. Normalmente me voy a dormir a las 9pm. Tengo dos hijos chiquitos, de 1 y 4 años. 

Rincón: ¿Cuál se portaba mejor?

Bowen: El primero. Fue demasiado fácil.

Rincón: Nosotros no queremos hijos hasta ahora. Tal vez después.

Bowen: Bueno, duerman mucho antes.

Fran: ¿Quién te deja dormir menos? ¿Los niños o la banda?

Bowen: Los niños, 100%.

Fran: Cuando estaban en el estudio grabando ‘Tangk’, ¿Lo mantenían como una chamba de 9 a 6? ¿O estaban ahí todo el tiempo para cuando se les ocurriera algo?

Bowen: Tratamos de hacerlo más civilizado. Fue una de las cosas que Nigel nos dijo porque antes (de Tangk) nos metíamos 16 horas seguidas al estudio. Era estar todo el día, todos los días. Pero con Nigel nos lo tomamos con más calma. Y te digo algo, es mucho más productivo hacerlo así. Tienes que nutrir el proceso creativo y las ideas vienen más fácil cuando no las fuerzas. 

Rincón: ¿Cómo fue la dinámica de grabación de Tangk? ¿Grabaron cada instrumento por separado o todos juntos?

Bowen: Fue un cagadero, la neta. Grabamos muchas cosas en el estudio de Nigel en Brooklyn. Hicimos como una especie de maquetas. Un poco de piano por aquí, unas baterías por allá. El bajo por otro lado. Era un caos. Después nos metimos a un estudio en Francia y empezamos a armarlo. Pusimos los pedazos y tocamos encima. Fue un proceso menos coherente, fuera de lo normal. Lo que solíamos hacer es ensayar las rolas y luego meternos al estudio y tocarlas en vivo. Tangk es más bien un álbum hecho en el estudio, una experiencia nueva y extraña para nosotros. 

Fran: Entonces, ¿este álbum es como una rata de laboratorio?

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Bowen: Absolutamente. Mucha experimentación. Muchos errores. Pero muchas veces los errores fueron lo que más nos gustaba. 

Fran: A veces los errores te llevan a una nueva idea.

Bowen: Simón. De hecho hicimos muchos ‘tape loops’. Y un ‘tape loop’ jamás es perfecto. No siempre funciona rítmicamente porque se pone en bucle. Encuentra su propio ritmo. Entonces sí, los errores son lo mejor. 

“Para nosotros es fácil componer punk, rock o cosas pesadas. Es cómodo. El problema de estar cómodo es que te aburres.”

                          - Mark Bowen

Rincón: Me gustan las rolas lentas. Parece que fue un desafío grande.

Bowen: Totalmente. Para nosotros es fácil componer punk, rock o cosas pesadas. Es cómodo. El problema de estar cómodo es que te aburres. Te quedas quieto. Pierdes creatividad. Te puedes perder y ya no saber si algo es bueno o malo porque es lo mismo que has hecho antes. Por el contrario, no éramos tan buenos componiendo esas rolas lentas. Usamos otro tipo de emociones, catarsis y pasión. Fue muy retador y ese era el objetivo. Quisimos trabajar con Nigel porque él lo ha hecho antes. Te mete en un ambiente el que no sabes si lo que estás haciendo es bueno o malo, pero lo disfrutas. 

Fran: ¿Nigel toma café muy fuerte?

Bowen: Mmmm. Nigel es un wey de té y galletas. Es un wey muy inglés. No toma café.

Fran: ¿Cómo fue que terminaron trabajando con él? ¿A quién se le ocurrió?

Bowen: Trabajamos con él en “From the Basement”. Y además pues, es Nigel. Su enfoque es increíble, muy distinto a como pensarías que es. Es un enfoque a la vieja escuela. Mucha cinta. Mucho equipo de madera vieja y rota. No es nada avantgarde ni contemporáneo. Su ingeniero de grabación es el mismo de The Smile y cuando lo conocimos en un festival nos dijo: ‘Weyes, Nigel quiere trabajar con ustedes’. Y yo le dije: ‘Nah mames, ¿neta?’. Yo al principio no estaba muy convencido. Ya no quería trabajar con “productores”. Sentía que ya eran un impedimento para el proceso creativo. Y luego dije ‘pero es Nigel Gordich’ (lol). Después me puse en contacto con él y me dijo ‘Yo no dije eso, es (el ingeniero) quien quiere trabajar con ustedes’. Resultó que lo había inventado. Pero yo quería trabajar con alguien que supiera ponernos incómodos. 

Rincón: Nosotros los vemos como el barco pirata que finalmente está llegando a la isla. Que ustedes lo logren es una inspiración para que más bandas nuevas sepan que lo pueden lograr también. Necesitamos bandas como ustedes que sean una referencia para los más jóvenes. 

Bowen: Es cagado porque eso no debería haber sucedido. Pero ahora ya nos colamos por la puerta de atrás y estamos queriendo abrirla para que se cuelen los más posibles.

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En los noventa sonaba Nirvana hasta en la central de abastos. Si es bueno o malo, depende de cada quién. IDLES todavía no suena en un microbús pero ya subió a donde nadie había subido en un buen rato. La puerta ya está abierta, ahora es tiempo de que más y más mocosos armen bandas nuevas y se tatúen la palabra "alegría" en el pecho como Joe, en un estudio clandestino como La Bestia.

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Ruido De Otros Días

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